Si hay algo que te llena de poder personal, es esa capacidad de descubrir aquello que te hace falta y tener la fuerza de voluntad para transformarlo.

Bien podrías tomar el camino de victimizar, llenarte de pretextos o simplemente postergar, por no querer o no estar listo para saltar al cambio de una vida mejor.

 

¿Cómo influyen las figuras geométricas de nuestra vida?

Hagamos una analogía de tres figuras básicas, que podemos usar a diario sin darle el valor a cómo pueden ayudarnos a visualizar el cambio en nuestra vida.

El cuadrado de la decisión, el triángulo de la inspiración y el círculo de la satisfacción.

Pareciera ser complejo, pero no lo es. Dependerá de la capacidad que tengamos de abrir nuestro corazón para ponerlo en práctica en nuestra vida, de la siguiente forma que los iré guiando:

 

El cuadrante de la decisión

Este cuadrante pueda que no signifique mucho, pero con su ayuda podremos valorar y “pesar” en la balanza de la vida, hacia qué lado se inclinan nuestras decisiones y qué tanto tenemos que abrir los ojos o accionar para que la vida que estamos llevando no nos afecten al punto de frustrarnos, enfermarnos y dejar de sentir ilusión por la vida.

Cada porción del cuadrante superior te lleva a reflexionar en todo aquello en lo que sumas en tu vida y en lo que restas.

A veces ni somos conscientes del ritmo de vida que llevamos, de qué tan bien nos estamos alimentando, que sumas al lado de la pareja que tienes, qué restas cada vez que interactúas con esa misma pareja.

Muchos podrían llamarlo el FODA emocional, pero, aunque se parezca no lo es, porque no se miden debilidades y fortalezas sino lo que le da vida a tu vida y lo que te desgasta.

Y es allí donde lo pesas y miras hacia dónde se inclina tu balanza.

Diferente es lo que te toca analizar en los cuadrantes inferiores: Con qué murallas te estás encontrando para superar tu problema y con qué recursos emocionales, materiales, espirituales cuentas para ganar la batalla y sentirte feliz.

También debe ser pesado en la balanza de la vida.

Este cuadrado es una valiosa herramienta al momento de tomar decisiones que impactarán a lo largo de tu vida, pero necesitas el valor de quitarte los lentes, tocar tierra, conectar con la realidad y armarte de fortaleza para afrontar la situación.

 

El triángulo de la inspiración

No siempre nuestros sentimientos, cómo percibimos la vida, dónde nos quedamos atrapados o pegados en el pantano de la inacción, se deben a una falta de estrategia para seguir adelante.

Es que tristemente, nos encontramos viviendo porque respiramos, porque sobrevivimos, pero no porque estamos haciendo conexión con lo que amamos, y nos dejamos arrastrar por lo que otros nos sugieren o imponen, por lo que creemos que nos resolverá económicamente.

Es allí donde caemos en la gran batalla de estudiar, aprender, trabajar, ejercer, porque “hay que hacerlo, tengo que pagar deudas, necesito dinero, qué dirán los demás” y hay que frenar ese pensamiento con la ayuda de la siguiente figura:

Si la vemos así de simple, no nos transmite nada, pero cuando le ponemos nombre a cada vértice, comienza a tomar sentido la figura.

Y comenzamos por el vértice superior que nos recuerda que nuestra sabiduría de vida es importante, toda nuestra experiencia acumulada, nuestros estudios, formación, desarrollo de capacidades para desempeñarnos diariamente…

Pero no hacemos nada sabiendo mucho si no le inyectamos algo valioso: La pasión. Quizá el gran problema de los jóvenes que estudian lo que los padres le sugieren o imponen, pero ellos no hacen click con eso sino quieren tomar otro rumbo y al pasar de los años, aparece la frustración de arrastrar una profesión u oficio que nunca quisieron realizar.

Ya podemos entender cuando nos atienden de mal modo, hay negligencia, no nos tienen paciencia o no les provoca que nos sintamos bien.

Y cuando descubrimos que estamos en medio de una crisis existencial que nos llena de vacíos y frustración nos cuestionamos:

¿Para qué sufrí tantas noches de desvelo, qué sentido tuvo todo lo que tuve que estudiar? No me siento feliz con lo que hago, me siento como nadando en una piscina vacía…

Y es allí cuando descubrimos que no supimos direccionar bien la brújula hacia las oportunidades que la vida nos ponía frente a nuestros ojos para servir, para sentirnos útiles, para aportar a lo positivo y de valor, porque perdimos el norte a no haber descubierto nuestra vocación de vida, no supimos integrar los tres vértices de la forma adecuada y no tuvimos ese apoyo que bien saben hacer los Coach de Vida.

La vida suele ser compleja o la hacemos ser compleja y tener un entrenamiento de vida es la mejor elección para salir adelante sintiéndonos bien, así sea sembrando o pescando, porque todo trabajo dignifica, toda labor es necesaria pero cuando nos sentimos felices, realizados y llenos de motivación coherente.

Lo que pasa es que no todos logran detectar qué aspectos de su vida deben trabajar, y es necesario que activemos el círculo, una figura que, si la visualizamos como la más atractiva pizza, te darás cuenta de que tiene porciones, pues así es nuestra vida, la sumatoria de porciones que nos deben llevar a alcanzar eso que nos hemos propuesto.

 

El círculo de la satisfacción

Esta figura a la que podemos llamar la pizza llena o vacía, nos indica que nuestra vida debe verse en forma sistémica, que, aunque digamos que nos sentimos privilegiados con una cuenta abultada en el Banco, a lo mejor sentimos la ausencia de alguien que nos acompañe por el resto de la vida.

O que, de pronto tenemos una familia hermosa, un trabajo estable, pero una enfermedad o impacto en la salud nos ha volteado el destino sin estar preparados para ellos.

Ciertamente habrá aspectos de nuestra vida que tendremos que inyectarle más aire o vitalidad y habrá otros donde afirmamos que nos sentimos realizados, por lo que hay que conservar la voluntad cada día, para levantarnos con bríos y asumir que afuera hay un sol radiante que nos espera o unas nubes borrascosas que nos dicen: tienes un desafío este día y tu paraguas será tu mejor aliado.

 

Los invito a que se den el mayor regalo, invertir en una sesión de Coaching, y digo invertir porque no es gastar en lo que saben, es transformar lo que amerita cambiar y es una decisión muy tuya.

Mi estilo de Coaching es sistémico y holístico, no puedo pretender que no te afecte la penumbra de afuera, aunque tú tengas luz con tu pequeña lamparita.

Necesitamos para vivir que el mundo gire, que haya comprensión, que cuidemos nuestro medio ambiente, que no nos dediquemos solo al síntoma sino buscar el origen sin temor, porque nada más satisfactorio en la vida puede ser, que tener la capacidad de darnos cuenta que hay algo en lo que debemos trabajar, que debemos ser responsable de nuestros pensamientos, actitudes y acciones, y que sí se puede cambiar cuando decidimos recorrer un camino con un plan definido y la guía de un entrenador de vida: Un life coach.

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